Onironautas. 2ª Parte.

Si en mi última entrada del blog sobre el tema hablamos de diferentes perspectivas del estudio de esta “alteración” del sueño –en el sentido de que no es algo común y su estudio científico aún resulta algo confuso-, en esta entrada vamos a profundizar más sobre el sueño y lo que sabemos de él.

Cuando dormimos –y no sufrimos de episodios de insomnio- pasamos por una serie de fases que repiten de manera cíclica cada aproximadamente 90 minutos. Aunque es algo que puede variar de unas personas a otras y sobre todo en función de la edad (con los años, sobre todo en personas mayores, el sueño se hace más superficial y es normal que se despierte varias veces a lo largo de la noche). Es decir, aunque no seamos conscientes de ello… soñamos varias veces cada noche. Pero es más normal que, salvo uno de los sueños sea particularmente intenso, recordemos los que están más próximos a la hora de levantarnos. Aunque muchas veces su recuerdo se diluye y nos cuesta recordarlo con detalles.

Fase 1: conocida como la fase del sueño ligero, aún se pueden percibir sonidos, cambios de luz… dura alrededor de 10 minutos y si nos despertamos ni siquiera tiene el efecto reparador de un buen sueño. ¿A quién no le ha pasado en el metro, autobús, viendo la televisión, que damos como una cabezada de la que despertamos con cierto sobresalto? Esa es la fase 1.

Fase 2: En esta fase todo el cuerpo comienza a desconectarse del exterior, la percepción estimular queda detenida, disminuye el ritmo cardíaco, la tonicidad muscular, la frecuencia respiratoria. Las ondas cerebrales ralentizan su frecuencia pues su única función es contralar las funciones más básicas del organismo. Si nos despertamos en esta segunda etapa lo hacemos con una sensación de caída, de golpe. Su duración abarca unos 45 minutos del ciclo de sueño.

Fase 3: En esta fase comenzamos a experimentar un sueño de una mayor profundidad, cambiando significativamente los patrones de ondas cerebrales. Los ritmos basales cardiacos y respiratorios aún se ralentizan más. Si despertáramos en esta fase nos sentiríamos notablemente confundidos. Pero aún no tenemos sueños.

Fase 4: Es la fase del sueño más profundo, en la que ya experimentamos un sueño reparador –en el sentido literal de la expresión pues el cuerpo se recupera del cansancio y consolida el recuerdo de lo vivido ese día-. Su duración es de alrededor de 20 minutos.

Fase 5 o sueño REM: En esta fase el cerebro se activa de forma espectacular y, aunque el cuerpo entra en un periodo en el que no hay movimientos ni control muscular (atonía) experimentamos en nuestra mente tantas cosas que sentimos que los movimientos y sensaciones son reales. Aparece el sueño, la ilusión o fantasía onírica propiamente dicha. Los ojos comienzan a moverse –de ahí el nombre de REM, siglas de Rapid Eye Movement-. Las constantes basales se reactivan, como si estuviéramos en la vida real, tanto la tasa cardíaca como la respiratoria. La capacidad de controlar la temperatura corporal se ve alterada, pudiendo sudar profusamente o tener frío. Y si despertamos, durante un periodo más o menos extenso, podemos recordar lo soñado.

Es en esta fase en la que se producen fenómenos tan contrapuestos como la parálisis del sueño (de la que podemos hablar otro día pues es un fenómeno del que cada vez se habla más en los medios de comunicación) o la que hemos tratado en estos días: la “onironáutica”.

Desde un punto de vista científico hablamos de una experiencia en la que –dentro de la propia ilusión onírica- creemos estar transformando lo que soñamos. Pero forma parte de esa ilusión. El sueño transcurre y tenemos la sensación de que lo alteramos, modificamos a nuestro antojo… pero lo que experimentos entra dentro del hilo argumental del sueño en sí. Como sucede por ejemplo con los sueños eróticos o de carácter sexual. ¿Podemos controlarlos? Probablemente no, pero sí experimentar una ilusión de control, puesto que las áreas de control voluntario de nuestros actos están… “apagadas”.

Pero al que lo ha vivido es difícil hacerle creer que no es así, que todo ha sido una fantasía. Porque la sensación de controlar el sueño es fantástica y llena de euforia.

Ahora bien… aquí no acaba la cosa.

En recientes estudios experimentales se está tratando de lograr que las personas interactúen de alguna manera con sus sueños. Entre otros experimentos se ha procedido a interrumpir el sueño de los sujetos experimentales de forma breve para que luego duerma, realizar ejercicios de meditación y sugestión en la que antes de dormir la persona evoque una situación y unas personas, buscando soñar luego con ello…

Aún no hay respuestas definitivas sobre estos experimentos pues los datos se extraen de encuestas realizadas a los sujetos que afirman tener frecuentes sueños lúcidos por lo que dan lugar a estimaciones subjetivas.

¿Desalentador?

Para nada. Cada vez son más los avances científicos en el estudio del sueño, de la comprensión de su fisiología, de sus alteraciones. Mientras podemos seguir especulando sobre el carácter misterioso de los sueños. No sólo el de aquellos que viajan en sus sueños; están también los que hablan de sueños premonitorios. De contactos con seres espirituales (cuántas personas me cuentan que han sentido como algo o alguien se sentaba en sus camas, junto a sus pies). Los que hablan de proyecciones astrales. ¿Podrá la ciencia explicar algún día todo esto? ¿Queremos realmente que lo haga?

Sed felices y… dulces sueños…

César Benegas Bautista | Psicólogo en el Centro Psicológico Loreto Charques

Onironautas (Un viaje a través de la realidad).

Cuando llegan estas fechas en las que tradición y modernidad se funden en lo que llamamos Halloween… me tienta tratar algún tema que nos lleve a ese mundo de lo anormal… paranormal. Pocos temas son tan fascinantes como el mundo de los sueños. La literatura científica sobre ellos es muy extensa. Su fisiología explicada desde la neurología. Tenemos aparatos capaces de medir su frecuencia y su calidad. Son algo cotidiano, basta con echarse a dormir y en un rato dormimos y soñamos. Aunque muchas veces no logremos recordarlos. Cada noche soñamos varias veces. Los sueños son capaces de alegrarnos o entristecernos, han estado detrás de creaciones musicales, literarias, científicas. Son inspiradores. Y escapan a nuestro control. Se desvanecen al poco de despertar salvo que sean lo suficientemente intensos.

Pero hay un grupo de personas de las que se dice que son capaces de vivir plenamente esos sueños.

Los onironautas, descritos como aquellos que sienten que son capaces de viajar a través de los sueños, que pueden manejarlos a voluntad, que pueden viajar a otras supuestas realidades, capaces de mantener un estado que describen como muy similar al de la vigilia. De una manera que les cuesta explicar con palabras dicen ser capaces de cambiar de lugar, de momento temporal, de sexo, redefinen el sueño, le dan las formas que desean…

¿Tiene esto explicación?

A lo largo de la historia se ha hablado de seres que podían traspasar la barrera de los sueños, generando ilusiones y pesadillas. Han recibido muchos nombres: íncubos y súcubos, el terrible Iblis islámico, el Tandim de la cultura Bon al sur de la cordillera del Himalaya. Podría seguir. Leyendas. Y, ¿qué son las leyendas? Una manera de explicar lo que no entendemos, lo que tememos, lo que ansiamos que exista. Al sur de Méjico conviven varias culturas cuyo origen se remonta a muchos siglos atrás. Actualmente la mayoría de sus miembros han sido absorbidos por la civilización, alejándose de sus creencias. Pero entre ellos aún existen unas personas, calificables como elegidos (detectados por un maestro que les instruye). Son los nguales. Un día puedo hablaros de ellos. Os fascinará. Pero lo curioso es que entre sus rituales está el de adiestrar a sus adeptos en el manejo dentro de los sueños. Les explican que durante el sueño se puede estar tan activo y consciente como si estuvieran despiertos. El primer ejercicio… buscar sus manos mientras sueñan ¿Leyenda? Los monjes tibetanos dicen ser capaces de controlar las ilusiones de la mente, generar estados alterados de conciencia, controlar lo que sienten mientras duermen e incluso proyectar parte de su mente a otros lugares, a otros tiempos. ¿Leyenda?

No en vano lo que dicen poder lograr es un estado similar a la sugestión hipnótica, en la que podemos generar ilusiones, sensaciones y modificarlas para crear un estado mental que nos ayude a superar ciertos problemas psicológicos.

¿Son entonces los onironautas personas que por algún motivo han descubierto la manera de controlar esas fantasías, esas ilusiones que genera el cerebro? Podría ser.

Los sueños –no su fisiología- siguen siendo un enigma maravilloso muy difícil de desentrañar por lo difíciles que son de analizar. Tal vez estas personas sean la llave que abra la puerta de su estudio. Pero para ello debemos ser capaces de crear métodos de estudio y análisis eficaces.

Pero… ¿y si se trata de algo… paranormal? ¿Y si su estudio es imposible? Entonces, como cada año cuando llegan estas fechas, seguirán reuniéndose con amigos y familias, en muchos lugares del planeta, alrededor de una cena, de un fuego que aleje a las sombras, se contarán historias maravillosas o aterradoras… Contarán sus sueños y seguirán sintiendo que están viviendo una experiencia única…

Y el misterio seguirá ahí fuera.

Fascinante.

Sed felices…

César Benegas Bautista | Psicólogo en el Centro Psicológico Loreto Charques

¡Dime quién fui!

Con motivo de la anterior entrada del blog sobre el uso de la hipnosis nos llegaron preguntas de algunos amables lectores interesados sobre uno de los temas más míticos e inquietantes: la regresión. Y más concretamente sobre el “viaje” a vidas pasadas.

Vayamos por partes.

¿Qué es una regresión hipnótica?

Uno de los usos de la hipnosis clínica es el tratamiento de las consecuencias emocionales de una experiencia traumática. Es decir, trabajar las emociones que una persona ha sentido ante una situación -como puede ser un accidente de coche, un incendio, un atentado, una violación…- y que aún habiendo ocurrido tiempo atrás, sigue marcando el presente de una persona, casi siempre de la mano de conductas evitativas –como las fobias- que nos evitan enfrentarnos al recuerdo o a revivir aquellas experiencias.

La fobia a conducir o amaxofobia, sería un ejemplo. La persona que ha sufrido un accidente, lo ha visto (en persona o a través de la televisión) o ha conocido a alguien que lo ha tenido, puede comenzar a experimentar reacciones fisiológicas como angustia, sudoración fría, agitación, hiperventilación… (respuestas psicosomáticas de la ansiedad). Y el uso de la hipnosis para exponerse gradualmente a la situación y aprender a vencer ese temor es realmente útil (acompañada de otras técnicas).

Pues, en muchas ocasiones, se ha podido observar que el recuerdo de las personas bajo hipnosis no coincide con lo que realmente sucedió, pero sí con lo que recuerda o cree recordar. Porque el paso del tiempo termina distorsionando los recuerdos. Y aunque la hipnosis puede favorecer el acceso a los recuerdos… a menudo es impreciso (para más información, leer los estudios de Nash en 1987).

Allá por 1988, Brian Weiss, médico psiquiatra estadounidense, publicó un libro que fue el detonante de que muchas personas quisieran utilizar la hipnosis para viajar a otras vidas. Su libro “Muchas vidas, muchas maestros” –al que siguieron muchos otros en la misma línea- conmovió a muchas personas que pensaron que podía ser la puerta a esas otras vidas…

¿Recordáis lo que decía de la distorsión del recuerdo?

Es muy peculiar que, en no pocas ocasiones, personas que dicen haber visto otras vidas en trance hipnótico… se ciñen a episodios que han podido leer en sus estudios o visto en películas. Incluso esas visiones suceden parejas a modas históricas.

Personalmente en el año 1998 tuve una curiosa serie de personas que me referían que en su “visión” viajaban en el Titanic. Y con todo lujo de detalles… a la altura de lo que habían visto en la película de James Cameron. En el año 2000 el viaje solía ser a Roma, con mucho circo, leones y, cómo no, gladiadores…

A veces sucede que la vida que vivimos no nos gusta. Trabajos que no nos satisfacen, relaciones afectivas que no nos emocionan, la sensación de que los años pasan y no hemos hecho nada importante… hacen que nos imaginemos en otras situaciones. Pero la vida ha sido siempre muy parecida a como es ahora. Héroes ha habido pocos. Napoleones. Cleopatra y Marco Antonio. Admiramos lo que imaginamos. Deseamos lo que no somos. Pero desde que el ser humano camina por la tierra ha sido un ser insatisfecho. Y sólo aquellos que han aceptado que la vida es la que es y que la clave de la felicidad reside en vivir lo que tenemos con la máxima intensidad… logran ser personas realmente excepcionales. Aunque tantas veces pasan desapercibidos. Pero son tan dichosos que no les importa.

Ahora bien.

En ocasiones –muy pocas- me he encontrado con situaciones que no he logrado explicar. Nada espectacular, es cierto. Pero hay personas que dicen haberse visto en situaciones cotidianas que parecían de otras épocas. No son príncipes o espías, héroes o mártires. A veces son sirvientes, poco más que esclavos, que es lo que ha sido a lo largo de la historia buena parte de la humanidad. Lo que llama la atención son los detalles con los que relatan lo que ven.

Lo más probable es que sean personas con una inmensa capacidad para recrear situaciones no vividas.

Lo más probable.

Pero da qué pensar, ¿verdad?

Sed felices…

César Benegas Bautista | Psicólogo Col. Nº M-22317

Centro Psicológico Loreto Charques